patio bondiano

sábado, 21 de abril de 2012

Por un patio Bondiano de la juventud permanente en Granada

Quizás haya actores y no actores que vean estas páginas en España, en Andalucía y más específicamente, en Granada, a los que el nombre de Edward Bond les suene de algo.  Quizás el autor británico Bond sea para algunos mucho más que un sonido y los curiosos quieran saber más.  La curiosidad por Bond puede que os lleve a los mismos límites del abismo, en esos extremos donde todo se ve con una claridad cristalina, terreno despejado de ideología y de moralidad, hacia un final ético. Pero meter las manos en una de las obras del gran Edward Bond requiere comprometerse a practicar la disciplina intelectual, a leer leyendo, reflexionando acerca de lo que se lee y a investigar más. En silencio; en soledad.  Nietzsche se quejaba de que lo mal-interpretaban porque lo leían "saqueando sus escritos (...) como salvajes, con prisa; un párrafo aquí y otro más allá, abusándolo todo", que es, por desgracia, como hacen estudiar a los más jóvenes en los departamentos de humanidades de todas las universidades del mundo, las buenas y las malas.  Cogiendo citas de aquí y de allí, para después usarlas como un popurrí en beneficio de tesis y tesinas recicladas (el sociologo P. Bourdieu llamaba a la academia la industria de la citación).  Con Bond, como tantos otros, pasa un tanto lo mismo.  Te iluminará si le das tiempo; te parecerá de locos si no lo tratas con merecido cuidado.

Memorizar un texto para después "actuarlo" aplicando todos esos trucos que parecen funcionar, que se aprenden en las escuelas o en la calle, trucos para teatro, no nos es de apropiado uso en el  drama Bondiano.  Y lo peor es que tampoco hay un método - todavía.  Hay que encontrarlo en la praxis a través del intento y el error.  Esto requiere tiempo, dinero, que las compañías y grupos que se dedican a la obra Bondiana no tienen.  Bond es consciente de ello — y su fama de intransigente le precede con directores y actores.  Precisamente porque Bond pide que los actores no actúen, sino que promulguen.   Pero como él mismo siempre me dice "drama solo llega a ser drama cuando los actores lo hacen, pero sin hacer trucos; un buen inicio es simplemente hacer lo que está escrito, lo que se pide en la obra; sin añadir, sin restar".
En Gran Bretaña, después de años de escarnio y de abandono, el crítico teatral Nick Curtis en el London Evening Standard del 12 de abril de este año llama a Bond "el evitado genio de la escena británica", que  "is back with a vengeance" (que se traduciría como "regresa con fuerza, de verdad" pero que en realidad es más "¡Ahá, que os decía!").  Los oficiales y enseñantes de la cultura, de esa cultura que se ha asentado oficialmente dentro y fuera de la academia como industria (hasta tal punto que, desde los años 2001/2002, departamentos que tradicionalmente se llamaban "dept. de estudios teatrales" pasaron a llamarse "dept. de las industrias culturales y performance art" sin sonrojarse), han dejado atrás los años en que la BBC anunciaba, cada noche, como los bancos rompían récords de beneficios todos los días.  Se acostaban confortados pensando en sus asegurados salarios de 60.000 euros, en sus casas en la costa, en la educación privada de sus hijos, en sus artículos y conferencias preñadas de vacuidad.  Hasta que finalmente llego el grandioso colapso del 2007 reaccionaban  "¿qué Bond dice que vivimos vidas extremas y anti-humanas, que vamos hacia el abismo?  ¿Qué el arte que produce nuestra "vibrante industria cultural" es fútil? No es más que un provocador, un escandalizador."  El cambio ha sido radical, como el despertar de un sueño, y ahora, de todo un gran espectro de escritores, las gentes del teatro "oficial" buscan la congruencia, la respuesta a las salvajadas de los mercaderes y sus representantes como el primer ministro Cameron o aquí Rajoy; Bond parece la respuesta más lógica, la más congruente, la que está más en el contexto actual. 
  
 En las siguientes páginas espero dar una introducción fidedigna al gran Bond, con cuyos escritos tuve la suerte y el privilegio de toparme durante mis estudios de grado en la Universidad de Leeds (1998) y que desde entonces ha sido mi principal objeto de estudio porque para mí también es insoportable vivir en un mundo donde la injusticia, la mentira, el terror, es una parte naturalizada de nuestras vidas.  Bond ve con claridad cual es el futuro de la escena: no es el teatro que conocemos y practicamos; es drama.  El drama de Sófocles y Eurípides para el siglo XXI.  Lo que demanda la obra de Bond es en realidad lo más simple y, en nuestro triste mundo capitalista, obviamente lo más difícil: poder ser seres humanos sintiendo que el mundo es nuestra casa.  
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