He
encontrado un documental tremendamente interesante sobre la vida del
especulador sin escrúpulos, contrabandista y criminal de lesa humanidad, financiero de los
golpistas, multimillonario Juan March, el fundador de la así llamada “prestigiosa
Fundación March”. Y lo cuelgo aquí por una razón bien definida
en la filosofía Bondiana: conocer dónde estamos y por qué.
Con
Bond el sitio necesita ser percibido
como TOTAL: es donde se encuentra simultáneamente
el pasado, presente y futuro. Uno no
tiene sentido sin los otros: estas en Auschwitz, en unos grandes almacenes, y
en el año 2077, todo en el mismo sitio. El
sitio – donde el drama sucede, donde
es expuesto, donde se representa la pregunta que nos humaniza - es para la filosofía bondiana como el agua al
pez. En su último ensayo, “La Última
Palabra,” (noviembre, 2012) Bond explica esto de forma brillante – y que
incluiré aquí tan pronto como encuentre tiempo para traducirlo.
Bond
siempre ha arremetido furiosamente contra el escenario de la modernidad, contra
el teatro moderno. Ahora con esta gran
crisis, en sus últimos escritos todavía
no publicados, lo encuentra de una prioridad y urgencia absoluta. Dice Bond:
El escenario moderno es un revoltijo de desechos
- montones de basura desechados que nadie quiere porque nadie necesita. La
gente rebusca en esta basura con la esperanza de encontrar una pista sobre lo
que son. Es un teatro de los síntomas. En el mercado de masas no es sino un
placebo que da la ilusión de existir. (…
) El mercado destruye la fuente de la presencia humana. (Bond:“La Última Palabra,” noviembre, 2012)
Aquí en
España, como en el resto del mundo, estamos rodeados de síntomas que certifican
la existencia de un cáncer. Pero el cáncer
tiene unas causas, el pasado; unos efectos, el presente; una lógica resolución,
o efecto, el futuro. La lógica forma parte
tanto del Gran Drama de los antiguos griegos como de los jacobeos como
Shakespeare. Confrontada con la lógica,
la ideología se desmorona, es incapaz de producir sus efectos perniciosos.
¿Pero por
qué la estructura social española, su realidad basada en la naturalización del
crimen, es especialmente interesante? ¿Es
diferente de otros lugares o países? No,
es exactamente la misma; tanto los síntomas como las causas son calcados. Pero la historia moderna de España define,
declara con claridad, sin tapujos, alto y claro, de que estopa está hecho el
sistema social de los últimos 60 años.
El
documental, “Joan March, los negocios
de la guerra” (televisión catalana, 2003) – que yo llamaría “historia
repugnante de un síntoma”, no tiene desperdicio.
El momento espeluznante de este documental se me ha desvelado cuando una profesora
de la Universidad Complutense de Madrid, Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo (sobrina
del ex presidente Calvo-Sotelo, pero más llamativo, diputada del PSOE) se
atreve a afirmar que, dado que March financiaba tanto a la izquierda como a la derecha,
no cree “que March tuviera ninguna ideología o política definida”. Debería haber reflexionado más lo leído la “profesora” durante
sus años universitarios ¿Qué es sino la ideología burguesa? Los burgueses, dueños del Gran Capital,
siempre – siempre- han querido hacer creer que tanto ellos, los dueños, como
sus agentes, ocupan un lugar “neutral” que no se mezcla en las “políticas” –
es decir, acumular posesiones, mantener la situación establecida y las leyes
que protegen sus propiedades y la consecución de la situación. Efectivamente, como trata de perpetrar la
misma “profesora.” ¿Por qué este momento y no otros de todos los momentos obscenos que forman la historia de Juan March? Porque cuando la profesora dice que March no tiene ninguna ideología o política definida, está confirmando el "sitio" en la Tragedia de Bond - y ese de Sófocles - donde el pasado, el presente y el futuro confluyen en un solo punto.