Drama se
remonta a los inicios de la civilización. Su función fundamental es
explorar y responder a la misma pregunta que se hacían los antiguos griegos
hace ya 5.000 años: qué es ser un ser humano en el complejo mundo actual
(Edward Bond en realidad va más allá y pregunta cómo proclamar nuestra
humanidad en una sociedad des-humanizada.) Tenemos los Derechos Humanos
pero ninguno de ellos hace mención al derecho a ser un ser humano – y que el
mundo sea el hogar de todos.
Los jóvenes no lo tenéis fácil. Llegáis a un mundo en que tanto lo bueno como lo malo está ya establecido por vuestros antepasados – y en la balanza social e individual, lo malo sigue pesando mucho más que lo bueno. En vuestro hogar – nuestro planeta - os vais a encontrar con problemas que os han sido impuestos desde fuera, desde el pasado; problemas por lo que no sois responsables pero a los que, sin ninguna duda, tendréis que enfrentaros durante vuestras vidas como adultos.
Y tendréis
que elegir: entre hacer el bien o el mal, entre lo bueno y lo malo, entre
aquello que es beneficioso para vosotros ahora y lo que es
beneficioso para vuestros hijos y los hijos de vuestros hijos; entre aquello
que es bueno para ti como individuo y aquello que es bueno para toda la
sociedad. Es un problema que no se irá, que será siempre parte de ser un
ser humano: preservar lo humano o dejarlo caer en el abismo.
Ahora
vivimos momentos especialmente críticos en una era que es fundamentalmente
comercial y tecnológica. El beneficio rápido y personal impone soluciones
rápidas que obtienen con la ciencia. Pero los problemas importantes
requieren reflexión (esto es, hacer uso de la ética) y, en vez de
eliminar el problema por la vía rápida, hacer del problema un momento de
creación. Drama no elimina el problema, lo convierte en un momento
creativo. Como dice Edward Bond “Drama convierte a la realidad misma en
nuestra herramienta para buscar respuestas humanas.”
Por eso
estudiar, practicar Drama debería ser de importancia capital para todos y
especialmente durante el periodo de enseñanza de los más jóvenes. El
futuro de la humanidad está en vuestras manos. Debéis elegir y
responsabilizaros por vuestra elección.
Imagina:
millones de personas usan sus coches para ir al trabajo. Millones hacen
muchos kilómetros cada día en carreteras y autovías repletas de otros coches y
camiones y mientras viajan, millones escuchan la radio. Y día tras día,
esas radios anuncian que la ingente cantidad de gases que producimos con los
coches y las fábricas están sobrecalentando el planeta como nunca antes y que
las consecuencias serán catastróficas. Sin embargo, todos estos millones de
conductores son incapaces de detener la combustión. Han sido informados
pero si no usan el coche y trabajan en las fábricas no alimentan a sus
familias. ¿Qué efecto tiene este aparentemente irremediable “viaje hacia
la catástrofe” sobre la mente humana? ¿Cómo vivimos sabiendo que estamos
alimentando una máquina que nos mata?
En la obra Al
Límite un joven (Ron) va a emprender una nueva vida “al
otro lao der mundo.” Pero antes encuentra accidentalmente un pobre viejo
ebrio (Desconocido) tirado en la calle creando un dilema (es decir, debe
tomar decisiones) que le persigue hasta su misma casa. De pronto, la sala
de estar de su madre (Sal) se convierte en un campo de batalla entre lo
nuevo y lo viejo, el pasado, el presente y el futuro.
Edward Bond
ha comprometido su vida a escribir tragedias de enorme importancia para la
gente de a pie; para esa mayoría que mes a mes lucha por llegar a fin de mes;
para aquellos que incluso no llegan ni al fin de semana. En su tiempo,
podía haber vendido su gran talento a las repetidas invitaciones de Hollywood y
haberse convertido en una persona “rica y famosa”. Pero, como él mismo me
ha dicho, habría sido como cometer una forma de suicidio. Bond convierte
a lo cuotidiano, a lo rutinario, a lo aparentemente sin importancia, en grandes
momentos dramáticos. Es nuestro Shakespeare.
J C Villa
Patio
Edward Bond de la Juventud (Asociación registrada sin ánimo de lucro para la difusión de la obra de Edward Bond)