Ron es
un joven a punto de emprender una nueva vida. Pero un incidente en la calle con
un viejo ebrio “allí tira’o” crea un dilema que le persigue hasta la casa de su
madre, su propia casa. Inesperadamente
su sala de estar se convierte en un campo de batalla entre lo nuevo y lo viejo,
el pasado, el presente y el futuro.
Hasta
aquí es bastante simple. Pero es más
fácil decirlo que hacerlo.
Porque “Al
Límite” no quiere ser teatro; quiere ser Drama.
Teatro, como nos dice Bond, sugiere solucionar el problema “escarbando”
la superficie del problema porque el teatro mismo está atrapado en el problema
mismo: el mercado y su ideología. Drama
no sugiere solucionar el problema sino hacerlo creativo. Qué es ser un “tipo” de ser humano (un
personaje o carácter) no está escrito en un ADN antes de nacer – Hitler no
nació “Hitler”. No solo cada individuo
del planeta es toda una diferencia sino que incluso vivimos en absolutamente
diferentes realidades (La realidad en que nació Aznar, Rajoy o los niños de
Botín está a años luz de la realidad del que nació en Vallecas – y no digamos
del que nació en un barrio de chabolas o en Nigeria.)
Y sin
embargo (y esto era ya la gran catástrofe del siglo XX para el gran poeta Pier
Paolo Pasolini poco antes de ser asesinado) la sociedad de consumo y mass-media
ha conseguido lo que el fascismo per se quiso
imponer a toda costa y no pudo: la
homogeneización absoluta del ideario burgués a nivel planetario, la
mercantilización de todo y todos; hasta el punto de llegar a declarar, como
hizo Fukujama, el final de la historia. Y
por supuesto, no era verdad: el 2007 finalmente nos explotó en la cara
recordando, incluso a los más reaccionarios y reificados, que la lucha de
clases es tan lucha como lo era en los años 20, que la injusticia, la
corrupción, la mentira están institucionalizadas y que la historia continúa.
Aunque
estemos en un campo que tiene ya 2.500 años, Drama, ahora tiene que ser
necesariamente nuevo. Los antiguos
griegos tenían lo que nosotros afortunadamente hemos dejado atrás, la mitología
– aunque muchos y muy poderosos entes se empeñen en alimentarla e imponerla – y
sus “mentiras” respondían a “aquella” lógica humana. Así, era obvio que el gran
drama de Sófocles o Eurípides se integrara en las cuestiones humanas más
profundas y que todavía nos acompañan “¿qué es ser un ser humano?” en su
realidad. Los gigantes Shakespeare y
Calderón tenían su realidad. Y
ahora nosotros tenemos nuestra realidad y es muy diferente – no solo es como de
otro planeta, en comparación es como de otro universo. Por eso crear, fomentar, inventar un nuevo
Drama útil para una nueva realidad humana es de absoluta urgencia.
Por eso
decía que no es fácil. De hecho, Bond
tiene fama entre la industria teatral británica de “difícil.” Bond impide a
gigantes como la RSC, the National o the Royal Court que produzcan sus obras
porque, según Bond, “sus producciones corrompen el espíritu, la lógica del
drama con artificialidades codificadas para el mercado.” Bond, un gigante, no ha recibido uno de los
honores de la reina – como el famoso CBE al fallecido Harol Pinter “caballero
comandante del imperio británico” y que Pinter aceptó radiante. Sería demasiado contradictorio: Bond ha
declarado pública y repetidamente que lo iría a recoger “con un cubo para
vomitar.” (El cubo sería por puros
buenos modales, que les tiene.)
Las
obras bondianas no están escritas premeditadamente para que los actores exhiban
su ingenio, sus trucos, su “superficialidad” dice Bond. No
apela a lo “trascendental,” – no cree en dioses; no crea “magia,” no es del
absurdo ni de la performance art con láseres y efectos especiales. Aquí premia la lógica, la imaginación y la
razón. Si los actores “actúan” apropiadamente el texto, os encontraréis teniendo
que negociar otras realidades.
Como
sucede en otros casos, Bond no solo no ha traicionado la idea humanista con la
edad sino que es más radical que nunca – “lo que tengo es melancolía por el
futuro”. Pero más importante: su obra es
aire fresco; Drama no se deja apropiar por el mercantilismo//ideología
dominante – es un antídoto.
Drama es
más política que la “política.” Pero
sobre todo es ética. Y es eso lo que
hace que sea difícil. L. Wittgenstein, quizás el hombre que más sabía
sobre qué es la ética decía que
“la ética no es
acerca de lo que quieres o necesitas, sino acerca de aquello que deberías
querer o deberías necesitar”
Eso requiere retroceder, reflexionar, imaginar antes
de cada acto porque toda acción tiene consecuencias.
Y lógicamente, esa es la conclusión de toda su obra:
“El
fin de toda mi obra es la ética” Edward Bond
César Villa
Patio Edward Bond de la Juventud
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