patio bondiano

miércoles, 25 de abril de 2012

Edward Bond para la juventud y su praxis.



Bond me envió al final del 2011  la introducción para su Volumen 9 de obras y que Methuen ha publicado recientemente. Tengo el permiso personal de Bond para traducir y exponer su trabajo como mejor juzgue.  Adjunto su traducción abajo. Condensa en 13 páginas la filosofía de Edward Bond, continuamente evolucionando, viva.  Consciente de su contenido, Bond me dice “me sorprende que [en Methuen] lo hayan aceptado.”    Esta traducción debería ser leída por aquellas personas que estén interesadas en participar en un proyecto bondiano; que sean cuerdos con la filosofía del autor y de sus obras, explorando su sentido político, filosófico y ético ; que experimenten en el “paladar” a que podría saber su obra y para que puedan decidir mejor si quieren dedicarle tiempo o no a la obra de Edward Bond.

Hay, de todas formas, unos puntos que necesitan ser expuestos claramente, sin reservas, sin contradicciones.

En la práctica bondiana hay que tener en cuenta que:

  • Bond repudia el teatro; Bond busca drama.  El drama es un acontecimiento político; el teatro no lo es — como dice Bond “ahora lo que pasa por teatro político es nada más que voyeurismo de eunucos mirando sexo.”—   La necesidad por un nuevo drama es urgente.
  • Edward Bond repudia consecuentemente los dos bloques tradicionales de teatro: uno, ese formado entorno a Brecht, y el otro formado entorno a Beckett.  Las obras de Brecht, por su alianza ideológica con el Stalisnismo, mienten deliberadamente; Beckett ofrece un viaje a ninguna parte, en una supuesta trascendencia inexistente, donde la humanidad, desde la concepción burguesa de permanencia de lo establecido, está condenada de antemano. 
  • El teatro evita confrontar el problema humano.  El drama verifica y explora el significado del ser en el ser humano.   
  • Bond repudia tanto el agitprop como performance art. 
  • En el drama bondiano los actores no actúan sino que promulgan.
  • El gran drama combate ideología porque confronta el problema humano en el único sitio no ocupado por la ideología: el pequeño hueco que la ideología deja a la lógica, a la inocencia, a la razón y a la imaginación —la forma más profunda de realidad.
  •  El teatro evita el problema humano; el drama se crece confrontándolo.

¿Qué nos queda?  Estudiar como promulgar en la praxis, en el contexto escénico granadino y andaluz, las obras de interés universal de Bond.  

Ahora incluyo la traducción de una sección de la carta que me envió Edward Bond hace unos días y que responde a lo que voy a intentar construir en Granada:

Mi principal problema es que nunca tuve mi propio teatro.  La compañía Big Brum es lo más cercano —pero B. B. tampoco es mío y mientras su enfoque en los niños y jóvenes adolescentes es una ventaja, también tiene sus limitaciones. En B. B. nunca han tenido el dinero suficiente para dedicar tiempo a explorar la forma de actuar en mis obras. Sé que necesitan algo radicalmente diferente.  Pero es más fácil mostrar físicamente como hacerlo que describirlo.  Por supuesto, la descripción es necesaria, pero no sustituye al acto físico en sí.  El curso que quieres hacer acerca de mi trabajo es ambicioso, pero sin duda sería de gran valor para mis obras.  Se podrían obtener resultados no solo válidos para el contexto español sino allí donde quiera que mi obra sea representada.  El poco material escrito para actores debe de ser interpretado con inteligencia. […]  Realmente solo es una cuestión de mirar aquello que está en el texto y trabajarlo no distorsionarlo.  Déjame saber si sigues adelante con tus planes. Ciertamente, hay algunos textos y apuntes que serían útiles y yo te daría toda la ayuda (y agradecimiento) que puedo. 


Hace poco, el periódico The Guardian llamó a Bond “Un gigante del teatro británico de post-guerra entre pigmeos”.  Y sin embargo, el estudio de las ideas de Bond ha sido excluido de los recursos económicos dedicados a las artes en Gran Bretaña—antes del colapso económico y no digamos después.  Hay razones histórico-ideológicas claras y no voy a enumerarlas todas aquí.   Pero Bond, en su incondicional lealtad al humanismo, ha declarado repetidamente que “si alguna de las instituciones oficiales de corrupción me otorgara un reconocimiento, tendría que recogerlo con un cubo al lado para vomitar” —no es de extrañar que el establishment  quiera evitar la oposición pública de sus propios galardonados.  Bond lo ha repetido sin descanso: “todas las instituciones de autoridad son corruptas y corrompen.”  Así, durante mis años en Gran Bretaña he sido testigo de los millones de libras esterlinas que las juntas directivas de humanidades han dado para que académicos pudieran investigar sus proyectos de performance art, de lo conceptual, de lo efímero, de todo aquello que encaja en el ethos de la cultura como industria ; ha habido muy, pero que muy poca ayuda al estudio del gran drama de Bond.  

Sarah Kane, mucho más conocida en España que Edward Bond, declaró que aprendió a escribir drama gracias a Bond.   El impacto de Bond en el espectro teatral británico ha sido tan poderoso que pocos pueden decir estar libre de su influencia.   Sin embargo, pocos han sido los británicos que han respaldado públicamente la gran valía, genialidad, visión, el talento y la valentía del autor —precisamente porque pondrían en peligro su propio sustento en las universidades; unas universidades cuyos administradores han trasformado los departamentos de humanidades en plataformas para la consolidación ideológica de la cultura como industria mercantil de estilo sin contenido. 

Además, y tan significante, con la edad Bond no solo no se ha moderado, haciendo concesiones, como hacen muchos otros artistas con la edad, sino que sigue siendo tan radical e incondicional como el primer día.  Ahora, posiblemente por mirar a países como Francia y Alemania, donde a la obra de Bond se le dedican serios recursos y por la situación de indecencia liberal económica anunciada desde los años 70 que finalizó con los hechos que todos sabemos en el 2008, la obra de Bond está resurgiendo con fuerza en los círculos teatrales británicos. 

Un proyecto dedicado a Edward Bond será difícil.  Bond desafía muchos de los conceptos sobre que es teatro en esta nuestra era de homogeneidad ideológica y muchos de los significados humanistas como justicia, verdad, igualdad, y democracia. La intención de un grupo estable bondiano es asegurar que las energías y tiempo invertidos, resulten en una plataforma sólida y segura, desde la cual seguir construyendo —también a través de los canales internacionales — drama. 

Solo añadir tres de las ideas que traduzco de Bond y que apuntalarán el marco de trabajo:

Vivimos en una sociedad sin sentido —o más bien una sociedad que evita dar sentido.  Así que si digo que nuestro teatro es “corrupto,” me refiero a esto de manera analítica y no retórica.  Por supuesto que mis obras contienen un significado escrito, pero tiene que ser añadido a través del uso.  No pueden ser reducidas a carácteres stanislavskianos o ibseanos, a realismo social, o a aquello que funcione dramáticamente.  Esta es la razón por la que los jóvenes suelen hacer mis obras mejor que los teatros profesionales: porque los jóvenes buscan un significado igual que un niño que empieza a andar busca el equilibrio.  Nuestros actores aprenden a sobrevivir —y esto significa que en el proceso se destruyen a sí mismos. 
[…]

Necesitamos un Drama con el que crear una nueva forma de lo humano, que nos rescate de los fragmentados mosaicos de la ciencia y del consumismo y que nos de una nueva imagen del ser humano (…) Europa está a la espera de un nuevo drama que haga restablecer el poder y la responsabilidad a nuestras vidas, que de sentido a nuestra vida.

[…]

Ser un "ser humano" no es una cosa instintiva, sino que se aprende en el drama de la psique... La psique y la sociedad son un teatro o una prisión. Una educación para las necesidades del mercado podría ser una prisión. Debemos educar a los niños para la democracia. En el corazón de toda democracia esta drama (2003).



[…]

El objetivo final de  mi trabajo es la ética.

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