patio bondiano

lunes, 7 de mayo de 2018

"ESTADO DE SHOCK" de Edward Bond

Hace muy poco, la revista británica de teatro “The Stage,” le pidió a Bond escribir un artículo de portada sobre “el shock en la escena.” Bond me ha enviado una copia que yo traduzco aquí para su difusión. Me dice: “The Stage no es el tipo de revista para las que suelo escribir … y además cuando lo lean probablemente decidan no publicarlo.”  No sería la primera vez.

Tan pronto como la publiquen en la revista – si lo hacen – lo incluiré aquí también en su original inglés.

El teatro moderno se ocupa de “cosas:” de problemas, de casos, de momentos, de eventos, de accidentes --  pero sobretodo de chismorreo que intenta pasarnos como dialéctica. Activistas culturales – teatro, danza, música, performance -- con ello creen criticar hechos injustos o iluminar situaciones concretas que requieren arreglo o reparación. En otras palabras, buscan cambiar varios de los problemas sociales que nos acucian – pero nada de cambiar el sistema y el ethos que causa esos problemas.  Sobre todo porque los centros, los orígenes de esos "problemas" están cubiertos por una gruesa y dura capa de ideología.   Para ser capaces de profundizar en el centro del que emanan los problemas, tenemos una forma de arte que los humanos hemos usado desde hace miles de años: Drama.

Pero desde que la clase burguesa finalmente se liberó del yugo monárquico -- que durante siglos fue una idea considerada "imposible, utópica" y que los historiadores incluso nos dan una fecha, 1848 -- la misma cultura burguesa se ha representado a sí misma, exitosamente, como la definitiva; la cultura de una estructura social final ("El final de la Historia" que nos vendió Fukuyama.)  El pistoletazo de salida fue, sin dudas, el "Ulises" de Joyce: el ratón que no para de correr en su noria y que cree que va a algún sitio.  Lo que ha seguido ha sido la "cultura moderna." Y por supuesto, la última, la "postmoderna."

Ya lo he dicho y lo repito: si la cultura moderna han sido formas de evitar hablar lo menos posible del capitalismo, la postmoderna han sido formas de completamente evitarlo.  Lo encuentras en la misma definición de la actual Performance Art -- que no es otra cosa que la continuación de la idea de lo conceptual que inició Marcel Duchamp: "en una obra de arte conceptual, lo importante no es el producto final, sino el proceso de creación."

Estamos atrapados. 

Taller.  Momento sobre la obra "The Short Electra" de Edward Bond.  Obra 
especificamente  escrita para que actores exploren el acto-de-actuar Bondiano 
(En "Escénica" Granada; hace ya varios años.)  
Explorar, vivir el acto dramático debería ser un derecho humano y
constitucional de todos los jóvenes del mundo -- como lo es la vivienda, 
el empleo la educación o el alimento; pero todos sabemos en que cloaca están 
esos "derechos."























Como consecuencia de la mecánica misma de la cultura del capitalismo occidental, Weber predijo la inevitable deshumanización del mundo. Yo no tengo dudas de que cuando el proceso capitalista nos catapulte a esos extremos de alienación, Drama se volverá obsoleto. Esto es un peligro real.

¿Utopía? ¿Se burlan? Se realista; exige lo imposible.  Es por eso que pongo mis esperanzas en un renacimiento del Drama -- pero del s. XXI.  De ahí Edward Bond:  


         "La mayoría de la gente conoce el teatro a través de la televisión y el cine. Estos son administrados por corporaciones para ganar dinero. Ningún ejecutivo de televisión morirá de hambre en una buhardilla por difundir la verdad. Las películas no funcionan a través de shocks sino de sensaciones. Esto se debe a que la vista es más primitiva que el lenguaje. La sensación evita el significado. Esta limitación fatal en los medios visuales se extiende desde primeros planos hasta panoramas de desastres. El drama televisivo está obsesionado con la ley y el crimen, con el bien y el mal. Pregunta qué y quién. Nunca pregunta por qué. Es por esto que su moralidad es falsa porque por qué es la pregunta que nos hace humanos. Es la cuestión del drama. Y la última y precipitada pregunta es por qué debemos hacer el bien. La respuesta no es dios o la policía.

Para encontrar la respuesta humana, los griegos crearon nuestro drama. Ya habían dado los primeros pasos hacia nuestra democracia. Los ciudadanos tenían que preguntar por qué para saber cómo manejar su democracia. La singular distinción de la democracia es que en una democracia eres responsable de tu propia humanidad. La respuesta al por qué es demasiado complicada para la teología, la filosofía o los tribunales de justicia. No puede haber democracia sin drama. Todo esto es tan obvio que se puede poner en estas pocas oraciones simples. La televisión y las películas no pueden responder a la pregunta por qué. Las audiencias no quieren ser molestadas con algo tan problemático como la responsabilidad de tener que decir qué es la humanidad. Quieren ser entretenidas. Así que las industrias de televisión y cine entrenan al público para que reaccionen en el momento justo como Pavlov entrenaba a sus perros de laboratorio para salivar cuando era requerido. Cualquier otra cosa sería malo para las ganancias. No discutiré esto más porque ya lo sabéis -- y si no lo sabíais no deberías seguir leyendo esto, sino sacar uno de los periódicos de las cloacas para leerlo. La cloaca es la estantería de nuestra prensa infantil de derechas.

Edipo descubrió que su felicidad, riqueza y trabajo político se basaban en el autoengaño y el crimen. El shock al entender esto hizo que se cegara a sí mismo. La obra fue escrita hace 2.500 años y todavía la ponemos en escena. (Las obras de “éxito" del West End-Broadway no durarán más allá de las muertes de sus creadores). Cuando Edipo se cegó a sí mismo, ¿qué vio? No solo vio cómo había vivido; se vio a sí mismo. ¿Qué vio el público? Entendamos Drama. Una audiencia, los actores y la obra están confinados juntos en una habitación. Lo que separa a estas tres cosas entre sí es más fina que la piel humana. Es una situación única. El escenario de lo trágico y lo cómico es el "triple cerebro". Le da a nuestra especie su poder creativo único. Drama es la manera de convertir a la ficción en lo real cuando nuestras instituciones son demasiado complicadas y tortuosas para hacer frente a la realidad. Desenreda los engaños y las mentiras de la autoridad, del gobierno y de nosotros mismos. Expone las consecuencias a su causa. Drama es el regalo singular de la mente humana. Es la lógica de la realidad. Es por esto que todas las culturas humanas crean drama: es incluso la razón por la cual los niños juegan. ¿Qué vio la audiencia cuando Edipo apagó sus ojos? Se vieron a sí mismos. Somos la especie-Drama.

Y ahora no tenemos drama. Ha sido puesto a la venta. Drama tiene un solo tema: la justicia, y nuestra sociedad es brutalmente injusta. Por eso, la vasta tecnología moderna que podría mejorar nuestras vidas se usa para hacerlas todavía más injustas. La descripción tácita del trabajo de la policía es mantener la injusticia. La ley procesa a los pobres que violan la ley pero no procesa a los ricos que hacen la ley y explotan a los pobres. Nuestro sistema legal está plagado de agujeros a través de los cuales la corrupción se escurre y florece. La venganza mantiene unidas a las sociedades injustas. Estas cosas no son novedades de mi invención. Son las paradojas de los dramas clásicos y nos jactamos de que sean el corazón de nuestra civilización: venganza, injusticia, oportunismo, robo, explotación, deslealtad, asesinato.

Hacemos que todo esto sea aceptable para nuestras conciencias mediante la cómoda distinción entre responsabilidad colectiva y responsabilidad personal. La distinción es falsa. Somos colectivamente responsables por el niño que muere de hambre y es torturado hasta la muerte; por los adultos jóvenes que se matan en nuestras calles; por aquellos que, en vez de ser personas saludables y capaces, con escalofríos y enfebrecidos, violentan y roban nuestras casas durante la noche; por los ancianos que mueren congelados en habitaciones solitarias. Es como si estas cosas sucedieran en nuestras propias casas, en rincones oscuros que nunca miramos. Si mirásemos, nos dejaría conmocionados – nos quedaríamos en shock porque tenemos miedo. La razón de todo shock es el miedo, y en la sociedad injusta eso debe ser miedo a lo que hacemos o dejamos que se haga en nuestro nombre. Unos ladrones me dejaron inconsciente a golpes para robarme en una calle de Londres. Me pregunté quién será el próximo asaltante y quién las próximas víctimas. No pretendo decir que una solución sea fácil. Solo Drama puede penetrar en las confusiones. Nuestras soluciones actuales son venganza y en una democracia no puede haber venganza.

¿Cómo podría alguien conmocionarse (shocked) con una ficción teatral a menos que supieran que la ficción era realmente un hecho? Una audiencia se conmociona solo cuando ha sido "descubierta", “pillada.” Por supuesto, algunas conmociones (shocks) pueden ser gratuitas – pero solo aquellos que albergan una culpa inconsciente por su propia parte de complicidad con la injusticia podrían conmocionarse con ello. Lo descartarían con un suspiro. El resto es hipocresía.

¿Drama tiene derecho a conmocionar? Drama tiene la obligación de conmocionar.

He citado a Edipo no porque mi argumento se base en los clásicos. La presente generación de dramaturgos jóvenes probablemente esté más capacitada que ninguna otra en el pasado. Pero no se les permite desarrollar su oficio. Los dramaturgos hoy son explotados por "la industria" con fines de lucro. Deben escribir anécdotas triviales que puedan galvanizarse con los trucos banales de directores dramáticamente analfabetos. Adaptan a Edipo con un ojo de cristal y lo llaman cultura. En las dos grandes crisis de la civilización, tanto la Reforma griega como la renacentista, los dramaturgos crearon nuevas formas de conciencia humana para que nuestra especie pudiera vivir y florecer en un mundo nuevo. Ahora vivimos en la tercera y la mayor de las crisis. Nuestros dramaturgos podrían crear un drama que nos rescatara de un futuro catastrófico. Es posible. Pero no tenemos Drama. En su lugar, hay una industria del entretenimiento. Y eso sí conmociona (And that is shocking.)"


Edward Bond 11 4 18

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